Los sistemas de rociadores automáticos son sistemas activados por una concentración de alta temperatura ocasionada por un incendio, en el que el rociador se activa y realiza una descarga de agua a determinada presión sobre el área del incendio.
Activación de los rociadores automáticos
El factor fundamental de activación de un rociador es el calor que soportara el elemento térmico antes de activarse; a este elemento térmico del rociador también se le conoce como “bulbo”. Los bulbos o elementos térmicos son de diversos colores que sirven para identificar las temperaturas:
- Bulbo rojo servirá para rangos de temperaturas en torno a los 68 ºC.
- Bulbo amarillo: se activará cuando se produzcan fuegos que provoquen temperaturas ambientales de unos 79 °C.
- Bulbo verde: los bulbos sprinkler de color verde son capaces de dispararse ante temperaturas de 93 °C.
- Bulbo azul: los rociadores que integren bulbos de color azul estarán preparados para solventar incendios cuyas temperaturas alcancen los 141 °C aproximadamente.
- Bulbo negro: es el tipo de rociador cuya alarma se dispara a las temperaturas más altas, en este caso hasta 260 °C.
Una vez activado, la descarga de agua se realiza a través de una red integrada de tuberías diseñadas de acuerdo con las normas de ingeniería de protección contra incendio, a la que se conectan los rociadores automáticos en un patrón sistemático.
Los sistemas de rociadores automáticos son el método más eficiente existente en la actualidad para evitar la propagación de los incendios, salvaguardando vidas humanas, propiedades y bienes. Son diseñados en base a las normativas locales e internacionales cumpliendo así con la protección de diversos riesgos.
Una gran ventaja de los sistemas de extinción por rociadores automáticos es que, no será necesario que intervengan personas para su sofocación.